MMPI-A Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota para Adolescentes.
La adolescencia, es una etapa de transformación, en la que los niños y las niñas al crecer, experimentan cambios físicos, psicológicos, emocionales y sociales.
La adolescencia se inicia con la pubertad, generalmente ocurre entre los diez y los 13 años de edad, y concluye cuando estos cambios alcanzan mayor estabilidad alrededor de los 19 años. Aunque los cambios más evidentes durante esta etapa son físicos, en el funcionamiento psicológico se dan cambios en el plano intelectual, sexual, social y en la elaboración de la identidad. Con la finalidad de facilitar la sistematización de sus características, en la adolescencia se presentan estos cambios a través de tres fases: adolescencia temprana, generalmente entre los 12 y 13 años de edad; adolescencia media, entre los 14 y 16 años de edad; y adolescencia tardía, entre los 17 y 21 años de edad.
Los principales problemas psicológicos en la adolescencia son emocionales y del comportamiento. Trastornos del ánimo, de conducta alimenticia (anorexia, bulimia), la llamada crisis de la adolescencia (aislamiento, agresividad, rebeldía, ansiedad conflictiva en relación a la identidad y la orientación sexual) y los trastornos por sustancias como el alcohol o las drogas. No significa que todos los adolescentes presenten de manera acentuada este tipo de problemas; de acuerdo a como haya sido la historia de vida, los procesos de desarrollo hasta llegar a esta etapa e incluso los aspectos genéticos, pueden dar origen a problemáticas comportamentales y en salud mental, o a unas tendencias que caracterizan la personalidad.
Para obtener unas medidas de la profundidad, normalidad o patología y de algunas de las tendencias que presentan los adolescentes, se construyó la prueba del MMPI-A a partir del MMPI original, para obtener perfil de personalidad, haciendo revisiones para hacer posible medir la personalidad en los adolescentes, superando las limitaciones que presentaba la prueba original.
La finalidad de esta prueba es evaluar varios factores o aspectos de la personalidad (hasta 70 variables) mediante diferentes grupos de escalas: básicas o clínicas, de contenido, suplementarias, subescalas y unas medidas o escalas de validez.
Así, cuando se presentan algunas características en el comportamiento de un adolescente que genera malestar para sí mismo y los demás, es importante aplicar esta prueba y obtener el perfil que puede indicar con claridad si existe una patología, por ejemplo trastorno obsesivo compulsivo, paranoia, hipocondría o trastornos que permanezcan en potencia o una alteración presente, por ejemplo malestar social, ansiedad, depresión, entre otros que pueden evidenciarse como un trastorno de la personalidad o como una importante tendencia a tratar.
Dependiendo de los resultados obtenidos en esta valoración, se requiere una intervención psicológica, psiquiátrica o ambas.